Para identificar, reconocer y expresar las emociones básicas, así como las situaciones que nos llevan a sentirlas.
Cada niño interpreta sus vivencias de manera distinta, teniendo como resultado una serie de emociones. Al lograr identificar y gestionar sus emociones con el uso de esta herramienta, se pueden disminuir la incidencia de comportamientos no adecuados en los niños
Comenzaremos explicando a los niños que las emociones son naturales y que son parte de nosotros como lo son las partes de nuestro cuerpo, por ello no son ni buenas ni malas. Hablaremos con el niño acerca de las distintas emociones que existen y la utilidad de cada una de ellas. Construiremos un dado en el que cada cara tenga una emoción distinta. Nos sentamos en círculo y, por turnos, cada miembro de la familia lanzará el dado. El participante tendrá que imitar la expresión de la emoción que le haya tocado y verbalizar mediante un ejemplo en qué situación puede sentir esa emoción “siento tristeza cuando...”
En esta emoción experimentamos agrado, una sensación de satisfacción y estamos sonreidos.
Ejemplo: Cuando tu mamá te da un abrazo o cuando comes algo sabroso que te gusta.
Es una emoción que nos permite protegernos de situaciones de peligro, tomar decisiones que nos ponen a salvo y sentirnos seguros.
Ejemplo: Cuando vemos un animal extraño o cuando nos quedamos a solas y está todo oscuro.
La podemos experimentar como un malestar porque no nos gusta lo que está pasando, nos desanima o desilusiona; podemos llegar a llorar y buscamos sentirnos mejor.
Ejemplo: Cuando se daña nuestro juguete favorito o cuando me enfermo y no me siento bien.
Nos permite expresar a los demás lo que nos desagrada o nos parece injusto y podemos llegar a sentirnos irritados, gritar, llorar y golpear.
Ejemplo: Cuando me culpan de algo que no hice o cuando me quitan un juguete.
A través de esta emoción podemos alejarnos de lo que no nos gusta, nos provoca una sensación de asco o nos puede hacer daño.
Ejemplo: Cuando debo comer algo que no me gusta o cuando huelo algo que está dañado.
La sentimos cuando no tenemos fuerzas ni energías para hacer alguna actividad y sólo quisiéramos relajarnos.
Ejemplo: Cuando mi mamá me pide un favor y ya no quiero hacerlo porque no tengo ánimo o cuando después de jugar debo hacer una tarea.